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Observar el cielo desde el Este

El crecimiento de la iluminación artificial en las ciudades, ha puesto de manifiesto una nueva problemática para el mundo de la que Uruguay no está excluido, la contaminación lumínica, que crece a nivel mundial alrededor de un 2% al año, disminuye significativamente la visibilidad del cielo nocturno y afecta el ciclo de vida de diversos tipos de flora y fauna. El Observatorio Astronómico del CURE evalúa los niveles de contaminación lumínica de la región, asesora acerca de este tema a distintos organismos y brinda cursos de formación acerca del tema.

En su reciente visita a la sede Rocha del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República (Udelar), en el marco de su 15 aniversario, el Portal de la Udelar dialogó acerca de este tema, con la docente, Andrea Sosa Oyarzabal, responsable del Observatorio Astronómico del CURE. Es licenciada en Astronomía, magíster en Física opción Astronomía, doctorada en Ciencias Físicas en la Udelar, está especializada en Ciencias Planetarias e investiga sobre las propiedades físicas y dinámicas de cuerpos menores del Sistema Solar. El Observatorio, depende del Polo de Desarrollo Universitario (PDU) «Grupo de Desarrollo de las Ciencias Físicas y sus Aplicaciones» y se encuentra radicado en la sede Rocha de este centro universitario. 

Más no siempre es mejor

Sosa resaltó que la contaminación lumínica  es cada vez mayor y no sólo afecta a la Astronomía sino también a los ecosistemas y a la salud, además de significar un desperdicio de recursos energéticos. Este tipo de contaminación, causada  principalmente por el uso inadecuado y/o excesivo de alumbrados exteriores, provoca numerosos efectos nocivos como el aumento del brillo del cielo nocturno, lo cual impide ver los astros más débiles y afecta también a aves migratorias, anfibios, insectos, etc. En ese sentido destacó que muchas especies en el planeta son nocturnas y la iluminación del cielo de noche las está afectando mucho. Entiende que se viene avanzando en estos temas en otros países, y que en Uruguay, «es necesario que se empiece a considerar a la contaminación lumínica como contaminación ambiental ya que lo es, el cielo nocturno también es un patrimonio natural además de ser un recurso científico», expresó.

Explicó que la contaminación lumínica del cielo nocturno se evalúa midiendo su brillo con un fotómetro en forma cuantitativa. Este dispositivo  registra la cantidad de flujo luminoso que incide por unidad de área superficial del cielo. A los cielos libres de contaminación lumínica, «que cada vez son menos en el planeta», se les llama también cielos puros, son los que brillan por causas naturales, sin la iluminación de la luna. El observatorio cuenta con fotómetros manuales y se encuentra gestionando la compra de otros autónomos, que se pueden colocar a la intemperie. Los van a ubicar en lugares estratégicos de la Región Este, comenzando por el Observatorio, lo que les permitirá el monitoreo continuo de los datos y la evaluación de la oscuridad del cielo nocturno. Señaló que en las áreas protegidas que se encuentran en el Departamento de Rocha, las mediciones que han realizado registran niveles de contaminación lumínica muy bajos. No obstante les preocupa que si esto no se cuida la conservación de la visibilidad de los cielos en estas zonas corre peligro. Añadió que la forma de protegerla es impulsando una regulación y una fiscalización del alumbrado exterior. 

Explicó que también se puede medir la contaminación lumínica «a ojo» con un cierto conocimiento básico de los objetos que se espera ver. «En un cielo de un centro urbano de la ciudad donde la contaminación lumínica es mucha, apenas se pueden ver unas pocas estrellas brillantes y los planetas visibles a simple vista, los objetos más débiles desaparecen por contraste cuanto más luminoso está el cielo, por supuesto en el centro de la ciudad la vía láctea ni se ve», afirmó Sosa. 

Recomendaciones

Sosa destacó que la contaminación lumínica del cielo es un tema que preocupa a los investigadores a nivel mundial y que se está trabajando en recomendaciones para revertir esta situación. En ese sentido recordó que existe una organización sin fines de lucro – la International DArk-Sky Association – que funciona en Estados Unidos desde 1988, en Tucson, Arizona y es una referencia mundial en la temática. Este grupo ha creado numerosas recomendaciones sobre cómo deberían ser las luminarias para cumplir su función. 

Una de las recomendaciones de los investigadores es que en el diseño de los focos se incorpore el apantallamiento, básicamente la idea es que la lámpara no se vea, que la pantalla la cubra totalmente. De esta forma la luz queda direccionada hacia abajo que es donde tiene que iluminar y no se expande por encima de lo que se llama el horizonte de la lámpara. Señaló que en Rocha existen algunas luminarias que cumplen esta condición y otras que lamentablemente están mal apantalladas o no lo están en absoluto. Otros de los cuidados que es necesario tener en cuenta son el espaciado entre un foco y otro, su altura y su potencia. En este sentido a veces las lámparas se encuentran demasiado próximas, dan más luz de la necesaria, o están mal direccionadas, lo que puede causar un efecto de encandilamiento.

En la actualidad se utiliza la tecnología LED. Aunque entiende que esto tiene sus ventajas, aún así es necesario tener en cuenta usar sólo la potencia necesaria, un buen direccionamiento y color adecuado de la luz. En cuanto al color de las luces, que está dado por la longitud de onda, se recomienda utilizar colores cálidos (amarillentos, naranjas), que contaminan menos el cielo. Las luces frías, azuladas o blancas a nivel del alumbrado exterior, que predominan porque son las que más se encuentran en el mercado, son las más contaminantes porque son las que se difunden más en el cielo. Otra de las recomendaciones es colocar dispositivos de control, para que los focos se enciendan sólo cuando se los necesita, por ejemplo cuando hay movimiento. 

Resaltó que estas medidas además de disminuir la contaminación lumínica ahorran recursos energéticos del planeta. Señaló que si se observan imágenes nocturnas de la tierra desde la estación espacial internacional, en especial en Europa occidental y Asia, la iluminación y por ende el derroche de recursos a causa de ella, es enorme.

«Está clarísimo que la iluminación de noche es necesaria, lo que se propone desde la comunidad científica es iluminar de forma inteligente y entender que cuidar el cielo es cuidar otros aspectos naturales del medio ambiente», apuntó Sosa.

 

Asesoramiento y Producción

Sosa señaló que desde el año 2017 cuando el equipo del Observatorio comenzó a llevar adelante actividades de divulgación acerca de la contaminación lumínica del cielo nocturno en la región este, cada vez es más frecuente que los contacten para solicitar asesoramiento. En este marco han concurrido a distintos espacios en Rocha y fuera de la región, brindando charlas acerca de la temática a grupos de vecinos organizados y alcaldías. 

Asimismo mantuvo instancias de intercambio con los actores políticos responsables de distintos organismos como la Intendencia Municipal de Rocha, donde presentaron junto a un grupo de emprendedores, inquietudes acerca de las repercusiones de la contaminación lumínica en proyectos productivos de turismo. Acotó que el turismo astronómico en otras partes del mundo está muy desarrollado, como en las Islas Canarias donde fueron pioneros. «Es una actividad que cuenta con grandes ventajas entre ellas que se basa en el cielo nocturno que es un recurso gratuito, con el que se cuenta todo el año, es un motor de desarrollo económico y social para zonas rurales especialmente, fomenta el arraigo en el territorio y la capacitación», indicó.  

Sosa resaltó que se reconoce un mayor interés en este tema por parte de la comunidad y colectivos sociales de Rocha. Como ejemplo citó que a nivel de una de las alcaldías presentaron un proyecto de iluminación de una plaza en Parallé, amigable con el medio ambiente. «Este interés que viene creciendo se tiene que traducir no sólo en las comunidades barriales y educativas sino también en las autoridades, para que estas comiencen a crear alguna regulación por lo menos a nivel local y departamental», afirmó.  Junto con un grupo de emprendedores del Departamento han transmitido estas inquietudes a la Junta Departamental de Rocha. 

Formación

En Uruguay los liceos de Educación Secundaria vienen desde hace varios años trabajando en un proyecto colaborativo global con sede en Estados Unidos, llamado Globe at Night,  con fines educativos, que apunta a la ciencia ciudadana. En el marco de este proyecto se realiza un reporte del brillo del cielo, en caso de no contar con fotómetro lo se puede hacer «a ojo», contando estrellas visibles a simple vista de una constelación dada.

En esta línea el Observatorio Astronómico del CURE  realiza, desde 2017, cursos de Educación Permanente del CURE, junto a la Licenciada en Turismo y Magíster Fabiana Guadalupe y otros docentes externos a la Udelar,  sobre el turismo astronómico y la contaminación lumínica de los cielos, con clases teóricas y salidas de campo. En 2021 y 2022 sumamos más cursos en esta temática, organizados junto  al Ministerio de Turismo y con el apoyo de SUTUR. Estas formaciones están dirigidas especialmente a docentes, emprendedores turísticos, egresados de la Universidad de licenciaturas afines a la Astronomía, estudiantes y egresados del curso de Turismo de UTU, trabajadores del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, técnicos y guardaparques, entre otros. Recordó que el curso en 2022, que se desarrolla en distintos territorios de la región en forma rotativa, se realizó en forma presencial la tercera semana de octubre en la Casa del CURE en Minas y la salida de campo se llevó a cabo en Arequita. 

Destacó que la misma formación se brinda  también desde el año 2021, en el marco de un acuerdo con el Ministerio de Turismo, a los emprendedores registrados en este organismo. En el 2022 este curso se lleva a cabo con clases teóricas virtuales y tres salidas de campo, una en el Departamento de Rocha, otra en el de Colonia y la tercera en el de Rivera.

Asimismo el equipo del Observatorio ha realizado talleres y charlas a diversos colectivos y organizaciones sociales, trabajos y cursos académicos, acerca de la contaminación lumínica del cielo y sus repercusiones, entre otras temáticas. Pero además del observatorio, hay otros colegas en el CURE interesados en el impacto de la contaminación lumínica en otros aspectos del medio ambiente. En este sentido informó que una estudiante de la Licenciatura en Gestión Ambiental del CURE defendió recientemente su tesina sobre la contaminación lumínica y sonora en la comunidad biológica.

También han desarrollado, en especial en 2018 y 2019, charlas de divulgación en escuelas y visitas al Observatorio para grupos de escolares del Departamento, en las que se les mostraba cómo trabajaba el espacio y se abordaba algún tema vinculado a la astronomía que la maestra quisiera trabajar. «Son experiencias muy enriquecedoras y las preguntas que hacen los niños son impresionantes», expresó Sosa. Se les presenta la dificultad de que del Observatorio son muy reducidos para atender estas visitas, tienen la idea de que en el futuro a través de algún convenio, que podría ser entre la Udelar y la Administración Nacional de Educación Pública por ejemplo, se incorpore al equipo una maestra para atender estas actividades. El Observatorio se encuentra a 3 kilómetros del CURE esto les presenta otra dificultad a la hora de desarrollar estas visitas, el acceso de las escuelas al lugar. «Nos ha pasado de escuelas que suspendieron visitas porque no tienen cómo llegar, el transporte es un problema», destacó.

Proyectos a futuro

Hoy en 2021, a iniciativa del docente de Facultad de Ciencias, Andrés Olivera, se formó un grupo interdisciplinario de investigadores de la Facultad, el que Andrea Sosa integra por el Área de Astronomía, para empezar a trabajar con la Intendencia de Montevideo (IM). Este organismo, consciente de que el exceso de iluminación causa efectos negativos vinculados al campo de diversas disciplinas, estaba interesado en valorar este impacto, en el marco del plan de recambio de luminarias que estaba diseñando.  El proceso dio como resultado la firma de un convenio entre el CURE y la IM a través del cual se pondrá en marcha un proyecto financiado por la Intendencia, a  cargo del equipo de investigadores del Observatorio. 

En el marco de este acuerdo los investigadores evaluarán el impacto de las luminarias en el cielo nocturno, en el proceso gradual de recambio del alumbrado público, que la Comuna capitalina está llevando adelante. Los investigadores del CURE trabajarán en este proyecto con un plan en el que se elegirán unas zonas en las que se realizarán medidas sistemáticas, se analizarán y se evaluará en base a ellas la repercusión de la iluminación en el cielo nocturno. En base a este estudio se realizarán sugerencias a la Intendencia. Sosa entiende que este acuerdo es un antecedente muy importante, porque hace décadas que docentes como por ejemplo el ex-Inspector nacional de Astronomía, Gonzalo Vicino,o el Dr. Tabaré Gallardo del Depto. de Astronomía de la Fac. de Ciencias, presentaron ante autoridades estas inquietudes, y ahora con este paso se estaría logrando recién un avance.  Sosa resaltó que la Intendencia implementará también acuerdos con equipos de otras disciplinas de la Udelar para evaluar las repercusiones de estas luminarias vinculadas asimismo a campos como los sistemas ecológicos, la salud, entre otros. 

 

 

 

 

Observatorio y PDU

El Observatorio, inaugurado el 2 de septiembre de 2016, se encuentra ubicado actualmente en la Estación Regional del Programa de Conservación de la Biodiversidad y Desarrollo Sustentable en los Humedales del Este (PROBIDES), en las afueras de la ciudad de Rocha, a la altura del km 205 de la ruta nacional 9. El equipo de docentes que trabaja en este espacio, desarrolla actividades de enseñanza, extensión e investigación, área en la que ha realizado observaciones puntuales de cometas y asteroides brillantes. Para llevar adelante estos proyectos cuentan con un telescopio donado por el Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias. Sosa señaló que «aunque es un telescopio pequeño a nivel profesional, se le puede sacar bastante rédito científico». Se utiliza junto a una cámara CCD y una rueda de filtros, similares a una cámara digital. En 2022 el observatorio pudo adquirir una nueva cámara CCD con fondos del PDU. «Este equipamiento nuevo nos ofrece la posibilidad de llevar adelante una mejor investigación y observación» -,  expresó Sosa. 

Recordó que en 2013, junto al Dr. en Física Pablo Mora presentaron la propuesta de crear un Polo de Desarrollo Universitario (PDU) de las Ciencias Físicas en la región, iniciativa que fue aprobada. A partir de esto se generó un núcleo de Ciencias Físicas al que se incorporó en 2014 el profesor Mauricio Rodríguez,doctor en Físico-Química, quien junto a los docentes Pablo Mora y Andrea Sosa, son los responsables de la gestión del PDU. También integran el Polo de Desarrollo Universitario de Ciencias Físicas, el doctor Nicasio Barrere, el licenciado Santiago Roland y la docente egresada en Física del CERP, Valentina Pezano quien trabaja como docente ayudante operadora del telescopio en el Observatorio Astronómico del CURE. Asimismo existen tres cargos docentes más que aunque no integran el PDU tienen dependencia académica con este Polo Universitario ya que brindan clases de Ciencias Físicas en la región.

 

Fuente: Portal de la Udelar

 

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